Científicos descubren nuevo agujero negro

Hasta el momento solo se han podido ver las huellas de dos categorías de agujeros negros. Los supermasivos, que ocupan el centro de algunas galaxias y que alcanzan tamaños de cientos de miles o miles de millones de masas solares. Y los estelares, mucho más pequeños, que aparecen tras la muerte de algunas estrellas y que alcanzan tamaños de hasta decenas de masas solares. Resulta curioso, pero desde hace años los astrónomos buscan agujeros negros de un tamaño intermedio sin gran éxito. Si los grandes aparecen gracias al crecimiento de los pequeños, ¿dónde están los de tamaño medio? ¿No existen o es que no se han podido observar por algún motivo?

Cualquiera de las dos opciones ya convierte a los agujeros negros intermedios en un asunto de gran interés para los científicos. Este martes, se podría haber dado un paso adelante en la búsqueda de estos objetos. Astrónomos de la Universidad Keio, en Yokohama (Japón) han descubierto las evidencias más claras hasta la fecha de un agujero negro intermedio, y lo han situado en las proximidades del centro de la Vía Láctea, donde se encuentra el agujero negro supermasivo Sagitario A. En concreto, este objeto intermedio estaría dentro de una nube de gas situada a unos 200 años luz del núcleo galáctico, tal como han publicado en la revista NatureAstronomy.

«Es un artículo muy cuidadoso y tienen datos increíbles. Es la evidencia más prometedora hasta el momento», ha dicho en Sciencemag.org Kevin Schawinksy, astrónomo no implicado en el trabajo e investigador en el Instituto Federal Suizo.

Los agujeros negros son difíciles de ver porque no emiten su propia luz, ya que en su interior se concentra tanta masa, que ni siquiera las ondas electromagnéticas pueden escapar de la gravedad. Sin embargo, pueden detectarse gracias a su influencia sobre el vecindario. Por ejemplo, si un agujero negro está girando junto a una estrella en un sistema binario, puede absorber parte del gas, calentarlo y emitir potentes ondas de radiación.