Climate change: Derretimiento polar podría reactivar enfermedades del siglo XVIII y XIX

El derretimiento de los polos es un problema grave que afecta a todo el mundo. Aunque el derretimiento de los polos no causa enfermedades directamente, puede tener consecuencias indirectas en la salud humana.
Por ejemplo, el aumento del nivel del mar puede provocar inundaciones costeras, lo que puede aumentar la exposición a enfermedades transmitidas por el agua y el contacto con aguas residuales. Además, el derretimiento de los polos puede liberar virus y bacterias que han estado atrapados en el hielo durante miles de años, lo que puede aumentar el riesgo de enfermedades infecciosas.
El cambio climático está derritiendo los suelos del permafrost, la capa de suelo permanentemente congelada en las regiones polares, liberando virus y bacterias antiguos que han permanecido latentes y vuelven a la vida.
En Siberia, por ejemplo, se han encontrado “virus gigantes” de enfermedades del siglo XVIII y XIX.
A medida que la Tierra se calienta, más permafrost se derretirá, lo que puede liberar otros agentes infecciosos
Los científicos han descubierto fragmentos de ARN (ácido ribonucleico) del virus de la gripe española de 1918 en cadáveres enterrados en fosas comunes en la tundra de Alaska.

¿Qué es el permafrost?
El permafrost es una capa de suelo permanentemente congelado que se encuentra en las regiones muy frías o periglaciares, como la tundra. Para que el suelo pueda catalogarse como permafrost técnicamente debe permanecer completamente congelado durante al menos dos años seguidos.
El permafrost puede encontrarse en áreas circumpolares de Canadá, Alaska, Groenlandia, Siberia, Tíbet, Noruega y en varias islas del océano Atlántico sur como las islas Georgias del Sur y las islas Sandwich del Sur. El permafrost se puede dividir en pergelisol, que es la capa helada más profunda, y mollisol, el estrato más superficial que suele descongelarse.
Durante cientos de miles de años, el permafrost del Ártico ha acumulado grandes reservas de carbono orgánico (se estima que de 1,4 a 1,85 billones de toneladas métricas). Los pronósticos predicen una disminución en las áreas congeladas perennemente debido al aumento del calentamiento global.
Cuando el permafrost se descongela, se libera dióxido de carbono y metano. También permite el resurgimiento de virus y bacterias desconocidos que pasaron decenas de miles de años congelados así como subproductos de combustibles fósiles y productos químicos como el DDT, que actualmente se encuentra prohibidos por los daños a la salud y al ambiente.
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