Crear una startup, un ensayo prueba – error

Como un niño no es un adulto de menor tamaño, una startup no es una empresa pequeña. Una startup es un organismo en evolución donde se está desarrollando una idea. Es un laboratorio donde se ensayan modelos de negocio, propuestas de valor, equipos, tecnologías, productos…

Por poco innovadora que sea la startup, aunque esté replicando un modelo de negocio existente, no deja de ser un proyecto, una idea, un intento.

Si se está ensayando un modelo de negocio inexplorado o se está desarrollando un nuevo producto o servicio, entonces, el proyecto es una probeta en plena ebullición.

El ensayo, la razón de ser

Las startup no tienen la exclusividad de la innovación ni de los ensayos prueba-error. Tampoco son las únicas organizaciones que experimentan modelos de negocio. Lo que hace única a la startup es que la prueba es la razón de ser.

La incertidumbre es una constante

Afortunadamente existe literatura abundante, mentores, aceleradoras, seminarios, videos, sobre todos los aspectos del emprendimiento. Desde cómo conseguir capital, cómo hacer productos viables, diseñar con el usuario en el centro o generar leads a bajo coste. El acervo intelectual es buenísimo. A pesar del conocimiento desarrollado, la incertidumbre sigue siendo la principal característica de ese laboratorio llamado “startup”.

Los proyectos emprendedores son procesos de reducción de la incertidumbre. Cada día se lucha por resolver cuestiones básicas. Desde el precio, el canal, el packaging o la experiencia de usuario.  Está todo por definir, está todo por ensayar hasta dar con la combinación óptima.

Podríamos decir que a medida que reducimos las incertidumbres (para bien o para mal), desaparece la startup. Si demostramos que no hay futuro o se acaba la caja antes, ya no hay duda: fin de la historia. Si por contra vamos consiguiendo reproducir fórmulas que dan buenas métricas, posiblemente nos acerquemos al éxito.

Los ensayos se miden

No existe la incertidumbre cero, en ningún ámbito de la vida, pero menos en la startup. Todo se mide y mucho. Se miden cosas tan sofisticadas que si se midieran en organizaciones más consolidadas o la propia administración pública, quedaría uno muy decepcionado. Las startup son cuadros de mando andantes.

Las métricas nos ayudan a conocer muchos aspectos con objetividad. Con frecuencia hay que variar el foco y medir otras variables distintas. Emprendedores e inversores se han convertido en auténticos expertos de la interpretación de métricas que, como un semáforo, te dicen cómo está la cosa: verde, amarillo o rojo.

No es vocación, es necesidad

De la misma manera que en el golf se juega contra el campo, en la startup se juega contra el status-quo. La propia existencia es un reto. Es imprescindible conseguir más clientes, a menor coste, antes de que se acabe la caja. Tenemos que cumplir hitos para poder acceder a la siguiente ronda. Hay que mejorar, mejorar y mejorar. Cada día es una partida contra la situación de ayer. Explorar, ensayar, probar, testar, … es el pan nuestro de cada día. Cada día sin mejorar a la velocidad necesaria es una oportunidad menos que no vuelve. El margen es muy reducido. No es por gusto, es que si no mejoras, pereces.

Quizás porque la startup es un laboratorio, se requieren cualidades distintivas: resiliencia (aguante al fracaso), método, capacidad de análisis y mucha, mucha fe.