Davos 2023: América Latina puede ser el salvavidas del mundo

Con el mundo inmerso en crisis múltiples y superpuestas, América Latina parece estar en el lugar adecuado para aumentar su relevancia geopolítica y convertirse en parte de la solución a los retos globales, en lugar de parte de los problemas que el mundo necesita resolver.

La pandemia de COVID-19, que se produce una vez en un siglo, y el riesgo de que surjan otros virus nuevos y peligrosos en cualquier momento, no es el único ejemplo de las crisis mundiales del momento. Los fenómenos meteorológicos extremos catastróficos derivados del cambio climático son ahora mucho más frecuentes, especialmente en los países menos preparados para afrontarlos. El mundo se enfrenta a la escasez de alimentos. La crisis energética iniciada hace un año no parece desvanecerse.

América Latina tiene los alimentos y la energía que el mundo necesita. Cuenta con la biodiversidad imprescindible para contener la crisis climática. Es un socio seguro y fiable que no tiene interés ni capacidad para iniciar guerras internacionales. Esto, sumado al gran número de Acuerdos de Libre Comercio con EE. UU., Europa y Asia, la convierten en el paradigma del friend-shoring.

Aunque los valores y principios democráticos están siendo cuestionados en todas partes, Venezuela aparte, América Latina es un bastión de la democracia y la libertad democrática. Muchos países de la región han elegido recientemente a líderes de izquierdas para sustituir a gobiernos de extrema derecha o centro-derecha. Las transiciones se llevaron a cabo sin problemas, a pesar del reciente intento de los partidarios de Jair Bolsonaro de tomar edificios gubernamentales en Brasilia.

La transición energética, así como la necesidad de reforzar la seguridad energética en Europa y otras partes del mundo, son buenos ejemplos que demuestran que América Latina es hoy más relevante que en el pasado. Es la única región que puede competir con China como fuente de los minerales críticos que requiere la transición energética. Según la Agencia Internacional de la Energía, en el caso del litio, el cobalto y los elementos de tierras raras, las tres primeras naciones productoras controlan más de tres cuartas partes de la producción mundial (la cifra equivalente para el petróleo es inferior al 40%). En el caso del litio, China posee el 58%, mientras que Chile, segundo productor, tiene el 29%. Argentina y Bolivia también tienen grandes reservas de litio.

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La recientemente aprobada Ley de Reducción de la Inflación en EE.UU. impone dos requisitos de abastecimiento para recibir la totalidad del crédito para vehículos limpios, a partir de este año. Para poder optar a la mitad del crédito total posible (3.750 dólares por vehículo), al menos el 40% de los componentes minerales críticos de la batería del vehículo deben extraerse o procesarse en EE. UU. o en un país que forme parte de un Tratado de Libre Comercio de EE. UU., o reciclarse en Norteamérica. Este umbral mínimo seguirá aumentando en los años siguientes, hasta alcanzar el 80% en 2027. Para poder optar a la otra mitad del crédito total posible, al menos el 50% de los componentes de las baterías deben fabricarse en EE. UU., México o Canadá. El proyecto de ley quiere reducir deliberadamente el dominio de China en estos productos, y al hacerlo está creando oportunidades para América Latina.

En términos de seguridad energética, la producción de petróleo de Brasil está aumentando de 2,5 millones de barriles por día (bpd) en 2019 a 3,3 millones de bpd este año. En el mismo lapso, la producción de Guyana aumenta en 300 mil bpd y la de Argentina en 150 mil bpd. Esto significa que, en un periodo relativamente corto, la región está añadiendo más de un millón de barriles de petróleo al día a la producción mundial.“

La transición energética, así como la necesidad de reforzar la seguridad energética en Europa y otras partes del mundo, son buenos ejemplos que demuestran que América Latina es hoy más relevante que en el pasado. Es la única región que puede competir con China como fuente de los minerales críticos que requiere la transición energética.”— Mauricio Cárdenas, Global Senior Research Fellow, Columbia’s Center on Global Energy Policy

Pero el mayor peso estratégico de América Latina no se traducirá automáticamente en una mayor prosperidad a menos que se tomen las decisiones adecuadas. El grupo de líderes que ahora dirige los países más grandes de la región comparte una desconfianza hacia el sector privado, quiere un papel más importante para el Estado y tiene grandes ambiciones en cuanto a programas gubernamentales. Como se avecinan tiempos difíciles en materia económica -se espera que la región crezca menos del 1 por ciento este año-, es probable que la nueva cohorte de líderes redoble sus apuestas en términos de intervención gubernamental. No habrá tiempos de moderación, ni giros hacia el centro político. Lo más probable es que las políticas se radicalicen en un contexto económico más tenso.

El verdadero riesgo es que las ideologías y los dogmas tomen las riendas en esta coyuntura crucial. Reformas equivocadas, que vuelvan a poner al Estado en lugares donde el mercado puede hacer -y está haciendo- un mejor trabajo, un retorno del proteccionismo, todo ello puede hacer descarrilar esta gran oportunidad. Peor aún, si los gobiernos no dan prioridad a la estabilidad macroeconómica -y a los costes que ello implica en términos de presupuestos más ajustados y tolerancia a tipos de interés más altos-, los inversores extranjeros pueden dar media vuelta. Esto volverá a poner a la región en el asiento del paciente, en lugar de aportar los remedios que el mundo necesita urgentemente.

Fuente: WEF