La búsqueda de la supremacía cuántica y los riesgos cifrados en la próxima revolución informática

Los cimientos digitales sobre los que se erige el mundo de la tercera década del siglo XXI podrían desmoronarse como consecuencia de la introducción de la computación cuántica. Para explicar en qué consiste dicha tecnología disruptiva, cuáles son los actores que pugnan por dominarla y qué riesgos enfrenta la arquitectura digital global, en la mesa de “Comunistas” participó Fabián Barros Requeijo, empresario y entusiasta de la Inteligencia Artificial (IA).

El especialista analizó el tema desde la óptica de una guerra en plena disputa entre superpotencias y megacorporaciones. El desarrollo de la tecnología, capaz de romper algoritmos “de curvas elípticas y firmas simétricas”, esenciales para la seguridad en Internet, marcará un antes y un después en el control de infraestructuras económicas y digitales. “El primero que logre romper estos algoritmos tendrá el control de más del 40% de las billeteras de Bitcoin perdidas,” alertó.

Barros Requeijo subrayó que en Argentina no existen políticas públicas que apunten a poder lidiar con la disrupción que dicha tecnología podría ocasionar, pero que en Estados Unidos “desde el 2021 ya se aplica tecnología de seguridad postcuántica, mientras que la Unión Europea lo hará desde enero de 2026″, aseguró.

Los Modelos Extensos de Lenguaje (LLM, en inglés), en manos de compañías como la china DeepSeek y la estadounidense Google (Gemini) están democratizando el acceso a IA avanzada. Gracias a ello, “cualquier persona puede bajar un modelo y lograr desarrollar inteligencia artificial sofisticada y aplicada a todas las industrias, y gratis”, indicó el empresario. Los avances señalados por el especialista tienen el potencial de transformar industrias de forma radical, desde el procesamiento de señales hasta la predicción de datos, permitiendo que sistemas autónomos tomen decisiones con mínima intervención humana o directamente sin necesidad de ella.

La masiva interrupción del suministro eléctrico que afectó a España, parte de Portugal y Francia el lunes 28 de abril, provocando graves interrupciones en el transporte, las comunicaciones y los servicios, según mencionó Barros Requeijo, podría estar vinculado a pruebas de algoritmos avanzados. “¿Estamos presenciando los primeros pasos de una guerra cibernética que afectará la vida cotidiana de millones de personas?”, se cuestionó el especialista, señalando que se asiste a una nueva forma de conflicto donde está en disputa el control de infraestructuras críticas.

La computación cuántica y la IA no solo tienen el poder de revolucionar la economía sino además de reconfigurar la seguridad global y los equilibrios de poder en la era digital. “Este es el nuevo campo de batalla,” afirmó Barros Requeijo, señalando que en la actualidad la carrera por dominar dichas tecnologías no solo está determinada por la capacidad económica sino por las competencias intelectuales.

Julián Fava, filósofo, escritor y docente, habitual integrante del equipo del programa que se emite por Bravo TV de lunes a viernes a las 20.30, reflexionó sobre cómo estos avances ponen en juego el devenir de la naturaleza humana. “La capacidad cognitiva del hombre está en juego, y el avance tecnológico desafía nuestra capacidad”, indicó, alertando sobre el impacto que la inteligencia artificial y la computación cuántica podrían tener sobre la propia esencia de la especie.

Qué es la computación cuántica

Se trata de una rama de la informática que utiliza los principios de la mecánica cuántica para realizar cálculos. A diferencia de la informática clásica, que utiliza bits (que pueden ser 0 o 1), la computación cuántica utiliza qubits. Los qubits pueden estar en un estado de 0, 1 o en una superposición de ambos, lo que permite realizar cálculos más complejos y rápidos para ciertos problemas. El hecho de que posean más de dos estados posibles cifra un riesgo que podría comprometer la estabilidad misma de la sociedad contemporánea, si es que no se toman medidas tendientes a evitar sus nocivos efectos.

Fuente: Perfil

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