La Unión Europea amplía el control a las ‘Big Tech’

Los reguladores de Washington miran de reojo a Margrethe Vestager. La comisaria, que inicia su segundo mandato de cinco años como jefa de Competencia de Europa, asumirá también el control de la regulación digital.

Mientras las autoridades de Estados Unidos estudian formas de limitar el poder de las grandes tecnológicas, conocidas como Big Tech, la tendencia de mirar al otro lado del Atlántico parece comprensible. Bruselas emprendió su primera investigación a Google hace casi una década y desde entonces Vestager se ha ganado fama de ser la reguladora más implacable con Silicon Valley.

Sin embargo, su éxito hasta la fecha ha sido relativo, por lo que más que fijarse en sus acciones pasadas, conviene prestar atención a sus próximas decisiones. El primer mandato de Vestager ha estado marcado por su capacidad para recaudar dinero de las infracciones. Ejemplo de ello es las multas de más de 8.000 millones de euros a Google y una demanda a Apple para que devuelva 13.000 millones de euros a Irlanda por ventajas fiscales indebidas, aunque hay apelación en ambos casos. Pero tras las multas se esconde el hecho de que Vestager no ha hecho nada para cambiar la dinámica de la competencia en los mercados digitales. Tomemos el caso de Google. La UE se ha centrado en su principal actividad, poniendo el foco en la manipulación de las búsquedas y en cómo la empresa impone a los usuarios el uso de Android en los servicios móviles.

Pero las empresas rivales que iban a beneficiarse del caso de las búsquedas desaparecieron antes de que la comisión tomara medidas. Y los servicios móviles de Google están demasiado integrados en el mundo Android como para dar cabida a la competencia. Casos como estos demuestran la dificultad de poner un límite a estas poderosas plataformas digitales.

SEGUNDA BATALLA

Pero, lejos de desanimarse, Vestager ha dado a entender esta semana que está lista para la segunda batalla. Primero, recurriendo al arsenal que la UE llevaba tiempo sin usar. La víctima, el fabricante estadounidense de chips Broadcom, al que Bruselas ha pedido que deje de realizar ciertas prácticas durante el tiempo que dure la investigación a la empresa. Toda una declaración de intenciones al inicio del segundo mandato. Para las compañías de Estados Unidos estas medidas cautelares suponen un nuevo giro que no ha tenido precisamente una buena acogida. Vestager tiene otra munición a su disposición, como ejercer presión para provocar la división de una empresa. No obstante, cualquier intento de ir tan lejos provocaría una tormenta política al otro lado del Atlántico y Vestager dejó claro hace días en Bruselas que esa sería una última opción.

Por otra parte, la comisaria ha ideado formas de reducir la influencia de las plataformas tecnológicas. De hecho, ya está estudiando cómo poner en práctica las ideas expuestas en un informe elaborado por un grupo de expertos a principios de año para fomentar la competencia del sector digital. Una consecuencia podría ser exigir a las plataformas tecnológicas más poderosas que demuestren que los cambios que están introduciendo en su modelo de negocio fomentan la competencia en lugar de impedir o bloquear la actividad de las empresas rivales.

También se estudian soluciones para acceder a las fortalezas del big data que las empresas han desarrollado en torno a sus plataformas. La normativa de competencia tradicional no estaba diseñada para gestionar la introducción masiva de datos online.

El único caso que se conoce hasta la fecha es el veredicto de los reguladores alemanes contra la práctica de Facebook de utilizar los datos de los usuarios de Instagram y WhatsApp para el envío de publicidad. De momento, los cambios de Facebook se han visto aplazados hasta que se conozca el recurso de la red social. Otros reguladores todavía no han conseguido tomar medidas contra las fortalezas de datos. Ahí es donde las nuevas competencias de Vestager en materia tecnológica resultarían útiles.

La comisaria tendrá formas de examinar más detalladamente las prácticas de negocio de las tecnológicas y de proponer una regulación más dura. Vigilar la acumulación de datos es una de sus prioridades. Entre sus posibles respuestas está obligar a las empresas dominantes a permitir el acceso a parte de sus datos para facilitar la entrada de nuevas empresas.

No obstante, cualquier intento de liberar datos para aumentar la competitividad entrará en conflicto con las dudas sobre la violación de la intimidad. Así, se tardará años en ver resultados, aunque es cierto que, en su intento de exigir responsabilidades, Vestager esta a punto de llevar su batalla a otro nivel.

Fuente: Expansión