Las chicas del cable: una pizca de spoilers y mucho de reflexiones sobre las mutaciones de la industria

Por Ignacio Perrone, Gerente de Investigación, Digital Transformation, Frost & Sullivan

Una de las últimas noticias ligadas a Netflix fue el estreno el 28 de abril de la serie “Las chicas del cable”, la primera producción española original de Netflix. No podemos saber si fue adrede o no, pero esta serie se mete de lleno en la evolución de la industria de las comunicaciones, algo por lo menos sugestivo para una empresa que está redefiniendo la forma de ver televisión. Y más allá de si será un éxito o no en los más de 180 países donde opera el gigante OTT, hay muchos condimentos que disparan las reflexiones. Atención, si no quiere saber nada de la serie, mejor será dejar este artículo aquí.

Ya en otras series Netflix se metió con industrias que están en redefinición. En “Gran Hotel” se asistía al primer encendido de la luz eléctrica en un establecimiento de ese tipo. Mientras, “Las chicas del cable’’ comienza con la primera llamada española transoceánica (con el Rey Alfonso XIII llamando a Estados Unidos) desde el nuevo rascacielos de la compañía telefónica (aunque los realizadores se despegan de la marca Telefónica, es difícil para un hispanoamericano no ver a esa empresa reflejada en la serie). Y gran parte del conflicto, al menos a nivel de la empresa, tiene que ver con la introducción del “Rotary”, que no es otra cosa que un sistema de conmutación electromecánico que amenaza con dejar sin trabajo justamente a las chicas del cable (que son quienes operan las centrales telefónicas del momento). Entonces, detengámonos un momento en este conflicto. ¿A alguien le suena? Claro, la tecnología dejando sin trabajo a las personas. Música familiar en un momento en que se discute el impacto a corto y mediano plazo de los robots y otras disrupciones. Pero en la serie también hay un cambio de modelo de negocio.

En la vieja empresa las operadoras de las centrales tienen un rol clave, también porque pueden escuchar las conversaciones y extorsionar a la gente (por supuesto, poderosos). La nueva tecnología no solo elimina a las operadoras sino que echa por tierra este modelo de negocios, pero sin duda promete una recompensa jugosa. Sin necesidad de pensar en rebuscados esquemas ilegales, Netflix misma es la encarnación de un nuevo modelo de negocios, que amenazó primero a los video clubes (con su ya enterrado sistema de entrega de DVDs por email y bajo un esquema all-you-can-eat), y ahora despierta escozor (por decir lo menos) en los operadores tradicionales de TV (paga y abierta).

Así, la comunicación es el fondo del argumento de la serie, ambientada en los años 20, un momento de grandes cambios (aunque con algunas licencias poéticas). Y un siglo después, nos toca de nuevo vivir grandes transformaciones. El teléfono fijo está en el ocaso. Los móviles crecieron vertiginosamente, aunque hoy lo que crecen son los datos móviles y las conexiones entre máquinas. La conectividad se está volviendo invisible. Como el “Rotary”, la tecnología avanza trayendo amenazas y oportunidades, y los modelos de negocio siguen mutando. Tanto fabricantes como proveedores de servicio se enfrentan a disruptores que los amenazan desde lugares impensados. Como dijo alguna vez Jack Welch, “cuando el ritmo de cambios dentro de la empresa es superado por el ritmo de cambios fuera, el final está cerca”. Y eso parece estar sucediendo en muchas de las empresas que operan en nuestros mercados hace décadas.

@ignacioperrone