Microsoft, Intel e IBM reniegan de las normas de ciberseguridad chinas

China quiere exigir a las empresas de software, fabricantes de equipos de red y otros proveedores de tecnología que revelen su código fuente, el núcleo de la propiedad intelectual que ejecuta su software, para demostrar que sus productos no pueden ser comprometidas por los hackers.

Las compañías tecnológicas no están dispuestas a ofrecer su código fuente, y argumentan que la medida aumentará el riesgo de que su código caiga en manos de rivales o hackers.

De acuerdo con Microsoft, compartir el código fuente en sí mismo no puede demostrar la capacidad de seguridad de un programa, según escribió la empresa en los comentarios publicados por el comité de seguridad cibernética del gobierno chino.

Intel dijo que la norma obliga a los fabricantes de chips a revelar los detalles de sus productos, lo cual perjudicaría a la innovación tecnológica y disminuirá el nivel de seguridad de los productos.

La seguridad del producto será calificada si la tecnología del sistema es transparente a las autoridades, cómo se almacenan los datos y se procesan, y la estabilidad de la cadena de suministro. Por su parte, los compradores de TI en China serán clasificados en cinco niveles de seguridad.

Las nuevas reglamentaciones entrarán a regir en junio de 2017.

Las autoridades chinas argumentan que las medidas son necesarias para protegerse de herramientas de espionaje que se incrustan en el software. Y citan con frecuencia las revelaciones del ex contratista de la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU, Edward Snowden, quien señaló que existían puertas traseras (backdoors) construidas de forma rutinaria en los productos de tecnología estadounidenses que se venden en el extranjero.

Microsoft, Intel e IBM fueron las empresas más grandes de Estados Unidos que respondieron a los proyectos de reglamentos, uniéndose a decenas de empresas chinas, agencias gubernamentales y expertos en seguridad, según publicó The Wall Street Journal.

Los tres gigantes de la tecnología de Estados Unidos tienen varias empresas China con socios locales y son reacios a cuestionar públicamente la política de Beijing.