Por qué los nuevos brotes de COVID-19 son inevitables

El mundo está viviendo la aparición de rebrotes de coronavirus en ciudades donde se creía superada la pandemia y el proceso de desconfinamiento ya estaba avanzado.

Tokio, regresa al estado de emergencia

El gobierno municipal de Tokio informó este domingo otros 206 casos de infecciones por coronavirus en las últimas 24 horas, un número similar al del sábado, y por cuarto día consecutivo por encima de la marca 200.

Por lo tanto, los temores de una nueva ola de Covid-19 después de la revocación definitiva del estado de emergencia a finales de mayo en la capital de Japón es ahora un hecho concreto.

A pesar del aumento progresivo de las infecciones, informaron autoridades nacionales, ninguno de los pacientes infectados muestra síntomas graves, y alrededor del 80% de ellos son menores de 30 años.

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Bogotá vuelve al confinamiento debido a rebrote de Covid-19

La capital de Colombia se ha convertido en el epicentro de coronavirus. Las autoridades decretaron un confinamiento más estricto que empezó este lunes 13 de julio.

Por ello ante el rebrote de coronavirus, las autoridades decretaron un confinamiento estricto y de manera escalonada en la mayoría de los barrios. La medida empieza con ocho localidades y rige a partir de este 13 de julio. Se suma toque de queda entre las 20:00 y 5:00, nadie podrá salir a la calle.

Miami, imparable

Con 15.300 casos en sólo 24 horas y casi un centenar de muertes, el estado de Florida marcó un nuevo récord durante este domingo.

El contexto, claro está, dista mucho de la realidad sudamericana: con actividades liberadas, turismo y playas incluidas, y la estación estival en pleno desarrollo.

Desde allí, el infectólogo José Castro apunta que “la epidemia ha vuelto con fuerza en los estados sureños” de Estados Unidos, y que “habría muchos factores” interviniendo.

“Por un lado, la apertura de actividades a la sociedad fue prematura. Y por el otro, se investiga la fuerte transmisión dentro de lugares cerrados, porque este verano es especialmente caliente, y sobresalen reuniones en salones”, señaló este lunes

España reconfina a más de 200.000 personas por un rebrote de coronavirus

Cataluña ordenó este domingo el reconfinamiento de más de 200.000 personas por un rebrote de coronavirus en la ciudad de Lérida y siete municipios de su comarca, la primera medida de ese tipo desde que habían sido levantadas las disposiciones de aislamiento en España para luchar contra la pandemia.

La población tiene que quedarse en casa excepto para trabajar” o realizar otras gestiones esenciales, como comprar alimentos, cuidar de enfermos o ir al banco, anunció la responsable regional de Salud, Alba Verges.

Pero, ¿cuáles son las razones para que esto esté pasando?

Brotes de covid-19 a pesar del calor

Es la consecuencia inevitable de los desplazamientos, con intercambio de población y afluencia de extranjeros, ya sean turistas, jornaleros del campo o llegados en pateras.

El buen clima reduce, pero no elimina, la transmisión del SARS-CoV-2. El coronavirus que causa la enfermedad covid-19 es poco estacional, pero los humanos sí lo somos.

Eso implica que en verano la realización de actividades en espacios abiertos y el efecto desinfectante de la exposición solar prolongada ayudan a reducir los contagios.

Son beneficiosas, además, las medidas aprendidas sobre distanciamiento social, con uso de mascarillas, higiene de manos y minimización de contactos interpersonales (abrazos, besos, etc.).

Todo ello hace que la exposición a inóculos grandes sea ahora infrecuente.

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Inmunización de población no vulnerable

Es muy improbable que antes de Navidad esté disponible una vacuna protectora de la infección por SARS-CoV-2.

De igual modo, es inevitable que haya brotes de casos hasta que se alcance un umbral suficiente de protección en la población, esto es, la inmunidad de rebaño. Las nuevas estimaciones cifran en menos del 50% esa proporción de inmunizados de forma natural que es necesaria para frenar la epidemia.

Hay que subrayar que las personas seropositivas, tuvieran o no síntomas tras la infección aguda, desarrollan inmunidad (protección) frente al coronavirus durante 1-2 años, tiempo suficiente para que podamos disponer de una vacuna.

Los brotes actuales afectan sobre todo a personas más jóvenes, y la proporción de casos graves y la mortalidad son muy bajos (inferior al 0,5%). Nada que ver con lo que ocurrió en marzo y abril, durante la primera ola del tsunami, cuando la covid-19 hizo estragos entre la población más vulnerable, sobre todo en ancianos y en las residencias geriátricas.

Con esta mayor benignidad de los nuevos infectados por SARS-CoV-2 y, en ausencia de vacuna, expertos italianos dicen que podríamos tolerar un “ritmo saludable de contagios entre personas no vulnerables” hasta el otoño.

Dicho de otro modo, una buena estrategia para prevenir el riesgo de una segunda ola consistiría precisamente en tolerar durante el verano los brotes entre personas no vulnerables, esto es, sin riesgo de gravedad.

Infección por SARS-CoV-2 sin anticuerpos

La exposición a inóculos pequeños del coronavirus se asocia a formas leves o asintomáticas. Algunos de estos pacientes con pocos síntomas no desarrollan anticuerpos o bien los pierden con prontitud.

Pues bien, investigaciones recientes sugieren que en estos casos también se produce memoria inmune, de modo que habría protección parcial frente al covid-19.

Esta es la experiencia en Italia, donde la pandemia ha adquirido una benignidad que no se explica de otro modo. Continúa habiendo nuevos diagnósticos, pero muy pocos padecen formas graves o requieren hospitalización.

Evitar la vuelta a confinamientos masivos

El confinamiento universal fue una medida desesperada. Ahora puede programarse una protección más inteligente de las personas más vulnerables.

El drama de marzo y abril fue el resultado de una coincidencia desafortunada y abrupta de contagios en ancianos y hospitales no preparados.

La avalancha de pacientes desbordó los hospitales y la atención fue a menudo subóptima.

Ahora disponemos de material de protección sanitaria y sabemos tratar mejor el covid-19, con dexametasona y remdesivir los casos graves.

También podemos adaptar con rapidez espacios hospitalarios en función de la demanda y medicalizar hoteles. Y, sobre todo, las residencias geriátricas están mejor atendidas.

Los daños del confinamiento prolongado son devastadores en la economía y, peor aún, en la salud mental de las personas. Los humanos somos sociales y precisamos la estimulación derivada del contacto con otros.

Esto es fácilmente reconocible en los niños, en los que el aislamiento perjudica el desarrollo psicomotor y cognitivo. Pero también en los ancianos, en los que la ausencia de estimulación acelera el deterioro asociado a la edad.

Refuerzo sanitario, pruebas diagnósticas rápidas y distanciamiento

Dado que no es positivo mantener el confinamiento de forma indefinida, tenemos que idear nuevas formas de recuperar la normalidad sin poner en riesgo la vida de nuestra población más vulnerable.

En ese sentido, cabe destacar tres medidas para alcanzar ese equilibrio.

La primera, reforzar los sistemas sanitarios, con especial atención a los servicios de atención médica a los ancianos en domicilios y geriátricos.

La segunda, idear pruebas diagnósticas rápidas, a ser posible en saliva, baratas y de venta en farmacias, que puedan repetirse tantas veces como sea conveniente, para aislar pronto los nuevos casos positivos y saber quién está inmunizado.

Finalmente, es fundamental reafirmar las medidas de distanciamiento social en la convivencia (mascarillas, evitar el contacto físico, limpieza de manos frecuente, actividades en espacios abiertos, etc.), sobre todo con los ancianos.