Productos fintech: ¿qué son y para qué sirven?

Aunque a veces sea difícil darse cuenta, en realidad los productos fintech se usan a diario. Y esta dificultad no se apoya en el hecho de que son imperceptibles, sino más bien todo lo contrario: la tecnología es tan evidente y cotidiana que ya fue interiorizada por la mayoría de las personas.

Al momento de pagar unas compras, de hacer una transferencia, de cobrar el sueldo o, incluso, de solicitar un préstamo: los productos fintech posibilitan que cada vez más personas tengan acceso al servicio financiero con conocimientos y garantía de calidad.

Ahora bien, si se llaman “fintech” es porque estos productos tienen alguna particularidad. Comencemos por el principio.

¿Qué son las fintech?

Las fintech son empresas de diversos tamaños dentro de la industria financiera que tienen la característica particular de apoyarse en la tecnología para optimizar y/o automatizar procesos dentro de los servicios de este sector.

Básicamente, son compañías que se orientan a la utilización de la tecnología y la innovación para alcanzar soluciones centradas en el usuario y disruptivas en un mercado financiero tradicional. Su nombre, de hecho, lo dice todo: es la suma de finance y technology, es decir, de finanzas y tecnología.

El objetivo general detrás de toda la industria fintech es desarrollar y ofrecer servicios financieros de una forma democrática, flexible, rápida y accesible para la mayor cantidad de personas. Aunque también tienen objetivos específicos —más allá de las metas de negocio de cada empresa en particular—, como:

  • – posicionarse como y con servicios financieros novedosos;
  • – añadir valor a los servicios financieros que ya existen;
  • – simplificar procesos financieros;
  • – lograr más eficiencia a nivel de costos;
  • – volver más accesibles los productos financieros;
  • – y ofrecer mejores soluciones a las personas y otras empresas a partir de las posibilidades que brinda la tecnología.

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Más y mejores productos financieros

Ciertamente, las fintech pueden transformar el sistema financiero y bancario tradicional a partir de una serie de productos que las personas pueden utilizar para realizar diferentes tipos de transacciones, gestiones y acciones relacionadas con las finanzas, ya sean personales o empresariales.

Estos productos son tan amplios como los diferentes sectores en los que se categorizan las fintech, si bien tienen algunos puntos en común: son digitales, online, accesibles para la mayoría —y, sobre todo, se apoyan de alguna forma en la tecnología.

Es así que hoy en día uno de los productos fintech más utilizados son las tarjetas virtuales, que permiten pagar todo tipo de compras, realizar débitos automáticos y hasta retirar efectivo en cajeros automáticos si fuera necesario. De hecho, varias de estas tarjetas también cuentan con una versión física, si bien suele quedar relegada a las tecnologías contactless.

En este sentido, así como una tarjeta virtual es un producto fintech, también lo son los créditos personales que ofrecen estas empresas de tecnología financiera; las cuentas de ahorro pensadas específicamente para algún segmento etáreo; los préstamos; y, cada vez más, las alternativas de inversión que tienen disponibles.

Ahora bien, así como hay productos tan puntuales, pensados mayormente para una persona física, también hay productos fintech pensados para otras fintech u otras compañías, ya sean del sistema financiero o bancario o no.

En este segmento, un producto muy habitual son las APIs (interfaces de programación de aplicaciones), que permiten montar rápidamente toda una página web, por ejemplo, con la totalidad de sus funcionalidades. Esto permite, en algunos casos, ofrecer servicios que antes la empresa no tenía disponible, sin tener que realizar grandes esfuerzos de tiempo e inversión.

De igual modo, cada vez más fintechs incursionan en productos de carácter bursátil con plataformas que permiten invertir en diferentes instrumentos, así como ahorrar en otras monedas.

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Ciertamente, cuando se trata de productos fintech hay opciones para todos los gustos. Manteniendo la premisa base de tratar de solucionar un problema puntual de una forma novedosa y apoyada en la tecnología, estos productos se extienden hasta cubrir buena parte —cuando no toda— de las posibilidades del sistema bancario y financiero tradicional. Queda ver qué novedades traerán en el futuro.