Telefónica deja claro quién tiene el poder

Las empresas con más riesgo se están encontrando con las puertas de los bancos y de los inversores cerradas a cal y canto, pero las compañías con mejor perfil de solvencia siguen teniendo la sartén por el mango. La sobreabundancia de liquidez en la que viven los bancos y la necesidad que tienen de poner el dinero a trabajar en operaciones rentables han disparado el apetito por prestar y las empresas están sacando partido de ello.

Telefónica acaba de demostrarlo. La operadora ha invitado a todos los bancos significativos a escala mundial a participar en una línea de crédito de 4.000 millones de libras (unos 4.460 millones de euros) que ha pedido con el objetivo de que su filial británica O2 se la lleve con ella a la nueva sociedad resultante de la fusión con Virgin Media. La respuesta ha sido masiva.

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La sobresuscripción ha llegado hasta el punto de que Telefónica se ha encontrado con 8.000 millones de libras en sus manos y ha tenido que reducir el importe a conceder a cada banco a la mitad de lo que habían solicitado aportar. Pero no es lo único que ha hecho. Aprovechando el elevado interés, la operadora presidida por José María Álvarez-Pallete ha hecho un cambio en el último minuto en la fórmula de remuneración a los bancos que abarata el coste para ella, pero reduce los ingresos de los participantes. No le ha importado que esa modificación pudiera provocar la huida de algunas entidades. «Tenía tanta demanda que sabía que el préstamo iba a salir bien de todas formas», señalan fuentes conocedoras del proceso.

Así ha sido. Ninguno de los bancos se ha retirado de la financiación, pese a que el movimiento de Telefónica no tiene precedentes en este tipo de operaciones. «Es la primera vez que lo veo», asegura un banquero.

Gracias a ese paso, la operadora pagará 25 puntos básicos menos de margen sobre el libor en su préstamo, ya que ha decidido quitar esa rentabilidad del precio general y ligarla a la utilización del crédito, que tiene como objetivo no ser dispuesto hasta que no se refinancie y se convierta en un bono emitido por la sociedad conjunta O2-Virgin Media. La conclusión práctica es que, si todo sale según lo previsto y los recursos del préstamo no se movilizan, Telefónica se ahorrará esos 25 puntos básicos y los bancos dejarán de cobrarlos.

Cambio de condiciones

En las condiciones originales, Telefónica iba a pagar a los bancos un diferencial inicial de 150 puntos básicos que se incrementa cada 180 días hasta llegar a 350 puntos básicos al final de la vida del préstamo, firmado a 18 meses con la posibilidad de dos extensiones de seis meses cada una. El objetivo de los incrementos es incentivar la refinanciación del crédito cuando antes para convertirlo en un bono, porque su precio se va encareciendo cada seis meses.

Ahora, Telefónica comenzará pagando 125 puntos básicos y a partir de ahí se calcularán las subidas. Además, la retirada de los 25 puntos básicos también afecta a la comisión que van a cobrar los bancos, porque se calcula tomando en cuenta solo el margen del préstamo, que ahora es más bajo.

«Telefónica es un gran cliente y no va a haber muchas operaciones de este tipo este año, que se prevé muy complicado y con pocas transacciones», apunta una fuente financiera, para explicar la fortaleza que ha mostrado la operadora a la hora de fijar sus condiciones y la fácil aceptación de los bancos.

Y han sido de todas las partes del mundo y líderes de sus países por tamaño. Entre los españoles, Santander, BBVA y CaixaBank están en la lista, acompañados por los estadounidenses JPMorgan, Citi, Goldman Sachs y Morgan Stanley. El italiano Intesa también ha puesto dinero, además de los franceses BNP, Société Générale y Crédit Agricole, los británicos Barclays y NatWest, los alemanes Deutsche Bank y Commerzbank, además de varios japoneses.

A favor de Telefónica también ha contado su compromiso de no usar el dinero, lo que permite a los bancos cobrar sin que les consuma capital, y la seguridad que ha dado sobre su plan de negocio y sus objetivos, señalan varias entidades.

Pero a eso se une la escasez de operaciones que hay (y que se prevé que haya) de empresas con la mejor calificación de solvencia, a las que se puede prestar dinero sin preocuparse por no volver a verlo. Y eso da a estas compañías el control sobre las condiciones en las que piden el dinero y la capacidad para imponer sus deseos, según estas fuentes. Los tenían antes de que estallara la pandemia por la marea de liquidez con que inundaron el mundo los bancos centrales para sofocar la crisis financiera y los vuelven a tener ahora.