Tu seguridad financiera a examen: del método PAO a la creación de un fondo de emergencia

En cuestión de segundos tomamos una decisión de compra. Entre 2,5’ y 19’, para ser más exactos, cuando nos movemos en el entorno online, según indican los expertos. En la gran mayoría de ocasiones, hacemos clic en el botón de ‘comprar’ de manera inconsciente e impulsiva. Pero, ¿y si dedicaramos unos segundos más de reflexión para garantizar una compra online segura?
Aunque los datos y posesiones online requieren el mismo nivel de seguridad y atención que los bienes materiales, lo cierto es que bajamos la guardía en el entorno virtual y una de las brechas de seguridad más grandes sigue siendo el error humano.
De este modo, España registró más de 305.000 delitos informáticos en 2021, lo que supone un 6,1% más con respecto a los datos registrados en el año anterior, según el informe del Sistema Estadístico de Criminalidad (SEC). Además, a través del Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) nuestro país gestionó más de 100.000 incidentes durante el año pasado; 90.168 corresponden a ciudadanos y a empresas y 680 a operadores estratégicos.
Para conseguir un aprobado, y con nota alta, en cualquier transacción en Internet, el banco online N26 recomienda poner en práctica algunas medidas básicas para garantizar una correcta seguridad financiera:
- Crear nuevos hábitos de seguridad automatizando algunos procesos. Al igual que hemos adoptado rutinas, como cepillarnos los dientes de una manera o tomar café siempre por la mañana, los expertos de N26 recomiendan añadir a la lista cambiar la contraseña cada tres meses, si no queremos tener sorpresas, y utilizar una contraseña segura distinta para cada cuenta.
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Pero, si eres una persona olvidadiza, lo mejor es poner en práctica el método PAO, también llamado palacio de la memoria, de Joshua Foer. Este método consiste en crear una imagen mental que te ayude a recordar tu contraseña, combinando elementos, figuras, objetos y palabras, a priori sin ningún tipo de relación, para dar lugar a la futura contraseña segura.
Otra alternativa complementaria al ‘poder del hábito’ es crear una capa añadida de seguridad, incorporando la autenticación de doble factor, o 2FA, que añade un paso más al proceso de inicio de sesión.
- Ser críticos con la información que recibimos. Según Kristen Francomano, miembro del equipo de Trust & Safety de N26, “es importante tener una dosis razonable de desconfianza en los entornos digitales, igual que ocurre en el mundo real”. Por eso, cuando te lleguen correos electrónicos, mensajes de textos y llamadas afirmando ser tu banco, tienda online o procesador de pagos es mejor, ante la duda, hacer una comprobación.
Sin olvidar que las situaciones de crisis son el clima ideal para los estafadores, ya que las víctimas se vuelven más vulnerables y pueden ser más receptivas a las ofertas engañosas y las estafas. El miedo o la inseguridad también entran en juego en este desencadenante.
- Conocer cómo actúan los ciberdelincuentes. Para ello, hay que familiarizarse con las técnicas que emplean. Entre las más comunes: phishing (enlace que puede instalar software malicioso en el dispositivo de la víctima y sustraer información personal), vishing (fraude por llamada) o falsas tiendas online.
Kyle Ferdolage, director del área de Trust & Safety en N26, advierte que una de las más extendidas, y que requiere una dosis extra de atención, son los pagos automáticos autorizados, en los que “los delincuentes engañan a los consumidores para que realicen voluntariamente un pago a una cuenta controlada por los estafadores”.
- Tomar el control y prevenir. Nadie queda exento de sufrir un incidente en el entorno online, pero sí que es posible estar mejor preparado en caso de enfrentarnos a un suceso desagradable. Por ejemplo, minimizar los riesgos contratando un seguro o crear un fondo de emergencia ante posibles imprevistos.
Estas opciones son una red de seguridad añadida a tus finanzas y, en un panorama económico complicado, es más necesario que nunca darles prioridad. La diferencia entre ambas opciones es la eventualidad. Mientras el seguro cubre situaciones concretas, el fondo de emergencia se podría utilizar en situaciones excepcionales, como la pérdida de trabajo.