UE: Si falla el diálogo con Trump usaremos un arsenal anti-coerción para protegernos

(UE – EEUU) Marzo será decisivo para las conversaciones comerciales entre la UE y Estados Unidos. No solo se acaba la tregua sobre el conflicto comercial del acero y el aluminio, sino que antes del 25 de marzo la Comisión debe decidir si Alphabet (propietaria de Google), Apple y Meta cumplen la Ley de Mercados Digitales (DMA, por sus siglas en inglés). Esta histórica normativa digital es la bestia negra de los gigantes tecnológicos, los cuales parecen haber prestado todo su apoyo al presidente republicano en este segundo mandato.
Bruselas no quiere desvelar cuáles son esas represalias con las que contraatacará a los aranceles de Trump para no enfadar al aliado americano, apunta una veterana fuente diplomática. Un equipo de trabajo de la Comisión Europea analizó, con enorme discreción, durante meses los posibles escenarios del retorno de Trump a la Casa Blanca y de sus políticas, incluida la imposición de aranceles, y elaboró una serie de planes de contingencia para poder reaccionar.
“Más allá de las cuestiones de déficit comercial, está el enfado de Trump con las regulaciones europeas. Su ataque puede ser más estructural. Entraríamos entonces en el terreno de la coerción económica”, señala Elvire Fabry, experta del Instituto Delors.
Desde 2023, los europeos disponen de un arsenal anti-coerción para proteger a la UE de chantajes de terceros países. Si fracasa el diálogo con la administración Trump, la normativa incluye restricciones para participar en licitaciones públicas, a la concesión de licencias o, por ejemplo, al comercio de servicios.
El ‘Financial Times’ ha informado de que la Comisión Europa sí está preparando esto como respuesta, citando a funcionarios comunitarios con conocimiento de los planes. “Haríamos bien en apuntar a la dependencia digital estadounidense del mercado europeo”, valora Fabry, añadiendo: “La UE también podría contraatacar con la concesión de licencias al sector de los servicios digitales. El acceso a los datos es esencial para los estadounidenses. Esto es oro negro”.
La prioridad, sin embargo, es negociar con Trump un acuerdo antes de que la sangre llegue al río. Una vía es, por ejemplo, la de firmar más acuerdos para que la UE aumente sus compras a Estados Unidos de gas natural licuado (GNL), como ya hizo en el tiempo de Trump 1.0. También hacer ver a Washington que la UE es un bloque aliado e incluir en el paquete el mantenimiento de contratos con la industria de defensa estadounidense. Todo en un momento en el que la Unión está tratando de avanzar hacia el rearme, de aumentar su gasto militar ―también Trump ha amenazado a quienes menos gastan— y busca fórmulas para pagar ese material de defensa.
Apuntar a los derechos de propiedad intelectual subiría la apuesta en cualquier conflicto comercial, pero no todos los expertos están de acuerdo con que esto funcione. “Se trata de una opción nuclear, comparada con los aranceles, que equivaldrían a una guerra convencional”, afirma Fredrik Erixon, director del Centro Europeo de Economía Política Internacional (ECIPE), quien añade: “Ese instrumento tiene que ser proporcional a las acciones contra las que estás tomando represalias, porque si invalidas, por ejemplo, una patente o una marca comercial, es lo mismo que si estuvieras arrancando derechos de propiedad”.
“Los Estados miembros tienen obligaciones en virtud del Convenio sobre la Patente Europea que van más allá de lo que puede hacer la UE”. Sean cuales sean las armas que esgrima Donald Trump, el destino de las grandes tecnológicas estadounidenses podría pender de un hilo.
La Comisión Europea afirma que la defensa de la competencia no se utilizará en una guerra comercial con Estados Unidos. “Cuando se trata de aplicar la legislación antimonopolio de la UE en materia de competencia, ésta es agnóstica respecto al país de establecimiento de la empresa implicada”, afirmó el martes la portavoz de la Comisión, Lea Zuber. “No creemos que la aplicación de la legislación de competencia deba convertirse en una herramienta en disputas comerciales”.
¿Serán capaces los 27 Estados miembros de ponerse de acuerdo rápidamente? “No a todos los países se les va a ofrecer el mismo trato, será muy difícil mantener la unidad”, según Fabian Zuleeg, director ejecutivo y economista jefe del Centro de Política Europea, y añade: “A los que Trump considere más amigos de EEUU se les ofrecerá una salida”.
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