Uruguay: Un ejemplo a seguir

Según un estudio de la Universidad de Oxford (Reino Unido), la transición hacia un sistema energético descarbonizado en 2050 “podría ahorrar al mundo, al menos, 12 billones de dólares frente a seguir con los actuales niveles de uso de combustibles fósiles”.

El estudio muestra que una transición hacia la energía limpia es más barata que una lenta o nula, mientras que el costo de las tecnologías ecológicas ha disminuido significativamente en la última década y es probable que sigan bajando.

La energía es en un elemento central para el desarrollo de las sociedades y un aspecto clave en la transición hacia un mundo climáticamente neutro. Así, la actual situación energética global presenta importantes desafíos y oportunidades, mientras Uruguay no solo está a la vanguardia mundial en la generación de energía eléctrica a partir de fuentes renovables, sino que también lleva adelante un ambicioso plan para la explotación del hidrógeno verde.

Más de 30 mil puestos de trabajo y una facturación de 1700 millones de dólares anuales integran el horizonte que el gobierno plantea para 2040 en el mercado del hidrógeno verde, de acuerdo con estimaciones del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM).

Según datos del Ministerio de Industria, Energía y Minería uruguayo de junio pasado, el 94% de la electricidad que se consumió durante 2020 provino de fuentes sustentables, con la energía eólica a la cabeza (40 %), seguida por la hidroeléctrica (30 %), la biomasa (20 %) y la solar (4%). Apenas el 6% de la matriz eléctrica se había originado con combustibles fósiles.

“El pleno apoyo de todas las fuerzas políticas, la creación de un ecosistema transformador que permitió la llegada de inversiones y una gobernanza flexible abrieron la puerta a un cambio de matriz energética que se hizo en pocos años” explica Ramón Méndez, secretario de Energía de Uruguay entre 2008 y 2015, durante los gobiernos del Frente Amplio, cuando se dio la primera transición hacia las energías verdes.

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Ahora, con un Gobierno de distinto color político al que la inició (Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional), el desafío es encarar lo que en ese país llaman “la segunda transición energética” mediante la descarbonización del resto del consumo de energía, todavía muy dependiente del petróleo en el sector del transporte (el principal sector emisor de CO2).

El hacedor del milagro uruguayo

El físico Ramón Méndez es el artífice del milagro de la energía eólica. En 2008, Méndez elaboró la “Política Energética 2005-2030” de Uruguay, un plan que que fue ridiculizado por muchos al principio, pero con el que todos los partidos se comprometieron.

Hace unos años, la prestigiosa revista Fortuna incluyó a Méndez entre los 50 líderes mundiales más destacados, por haber demostrado que una economía sin quema de carbón era posible. Méndez resume así el resultado de este éxito:

“Hoy somos completamente independientes de los precios del gas, el petróleo y el carbón, la guerra de Ucrania no nos afecta en absoluto, ya conocemos los precios de la electricidad para los próximos diez años. A cambio, estas transformaciones nos han reportado inversiones por valor del 13 % del producto interior bruto y han creado 50.000 puestos de trabajo. Uruguay ha pasado de ser un importador de electricidad a precios horrendos a un exportador, algo que aporta cientos de millones de euros al año a nuestras arcas.”

Aunque la historia de éxito de la transición energética uruguaya también tiene sus lados oscuros. Los costes de las inversiones no solo se pasan al consumidor, sino que el Estado también ve en los precios de la energía una gran fuente de ingresos para otros ámbitos de sus políticas.